Anda el patio revuelto o mejor decir el "ruedo patrio" con el tema de la nula ayuda al sector taurino por parte del gobierno actual. Ni que decir tiene que es de ley que en la situación actual el sector taurino reciba también ayudas estatales como cual hijo de vecino.
La Tauromaquia a lo largo de nuestra historia siempre ha sido un espectáculo polémico y nuestras autoridades casi nunca han apostado por ella, salvo para ingresar dinero. Resulta llamativo que algunos se sorprendan del tema.
A lo largo de la historia se han promulgado numerosas prohibiciones referentes a la fiesta de los toros, tanto del derecho canónigo como del civil.
En este trabajo veremos algunas de estas y resulta llamativo como el pueblo siempre se las ingeniaba para saltárselas.
Los primeros ataques vienen de la Iglesia al considerar que correr toros era cosa profana, de mal cristiano. Al ser como un juego los teólogos cristianos la relacionaba con los ludi romanos y con los espectáculos circenses. Por otro lado al estar arraigado en el pueblo, las autoridades eclesiásticas no consideraron conveniente suprimir estas prácticas pero sí se limitaban a prohibir la asistencia del clero y su participación.
Esta actitud tolerante cambiará en el siglo XVI como consecuencia de la celebración de un nuevo Concilio de Reforma, el de Trento, y de su puesta en marcha por el Papa Pío V.
Concilio Trento |
Felipe II acogió rápidamente el Concilio aceptando en toda su amplitud todos los decretos sin limitación. Algunos obispos españoles propusieron la prohibición de los festejos en el mismo pero no se llegó a un Decreto General. En consecuencia, quedó al arbitrio de cada provincia eclesiástica qué juegos y diversiones estuviesen permitidos. Años después, de ocho concilios provinciales españoles, solo en tres penínsulares -Toledo, Granada y Zaragoza y en Méjico se reguló el tema de los toros, con castigo a los clérigos que participasen en los mismos. En el resto no se trató el tema.
El Papa Pío V intentó que Felipe II desterrase esta fiesta por medio de su nuncio. Sin embargo el rey no se mostró inclinado a tomar la medida, por la grandísima alteracion y descontento que causaria a los españoles. La politíca es la política...
El 1 de noviembre de 1567 Pío V promulgó la bula "De Salute Gregis"por la cual se excomulgaba ipso facto a los principes cristianos, autoridades, civiles y religiosas, que permitiesen las corridas de toros, llegando a negar sepultura eclesiástica a quien muera en ellas. Era un documento importantísimo, casi exclusivo para los reinos de España e influenciado por religiosos españoles como Francisco de Borja, General de los Jesuitas.
El revuelo en España fue enorme, con prelados que se negaron a publicar formalmente la bula, es decir a publicarla. También a otros órdenes religiosas no le hizo mucha gracias dado que la riqueza de sus monasterios se basaba en el ganado ej. Cartujos...
Fueron tantas la presiones que su sucesor Gregorio XIII promulgó "Exponis nobis", en el cual se levantaba las censuras y penas establecidas por su antecesor, dejando solo penas para los clérigos.
Otro Papa, Clemente VIII suprimió la excomunión establecida por los Papas anteriores y la fiesta de los toros continuó al estar tan arraigada en el pueblo que la hacía inamovible.
Fueron tantas la presiones que su sucesor Gregorio XIII promulgó "Exponis nobis", en el cual se levantaba las censuras y penas establecidas por su antecesor, dejando solo penas para los clérigos.
Otro Papa, Clemente VIII suprimió la excomunión establecida por los Papas anteriores y la fiesta de los toros continuó al estar tan arraigada en el pueblo que la hacía inamovible.
En el siglo XVII asistimos al apogeo del toreo a caballo, y en XVIII al nacimiento del toreo a pié y nuevamente la fiesta será atacada con más prohibiciones, esta vez del poder civil.
Aparecen los Ilustrados partidarios de lo que llaman" Modernización de España". Ya el debate no es ético y religioso, sino de razones economicas y laborales. Se argumentaba que el ganado ocupaba muchas extensiones de tierra y se perdía agricultura y por otro lado el absentismo laboral provocado por la celebración de corridas. A la cabeza de este movimiento el ministro Gaspar Melchor de Jovellanos.
Continuaron las dispensas y concesiones hasta llegar a la más dura de las prohibiciones, dada por Carlos IV en Aranjuez en 1805,decretando la absoluta prohibición de las fiestas de toros en todo el reino, aunque estaba claro que el problema más importante de España estaba de Pirirneos para arriba.
Carlos IV. |
Continuaron elevándose múltiples peticiones al Consejo de Castilla por parte de cofradías, municipios y pueblos que se sentían perjudicados . Generalmente se concedía el permiso, aceptando excepciones para permitir festejos cuyos beneficios fuesen para realizar mejoras en ciudades y para sanidad.
Un polémico asunto que llegaría a las Cortes de Cádiz con dos adversarios destacados. Por un lado el arzobispo de Murcia Simón López a favor de eliminar la fiesta y la réplica del diputado catalán Antonio Capmany, alegando este su carácter tradicional y de identidad nacional. Este ganó las dos votaciones presentadas a favor de la fiesta. Mientras, José I Bonaparte se encargaba de promover la Fiesta para satisfacer al pueblo.
En resumen, acabada la guerra aunque persitía la prohibición de 1805 era ya letra muerta. Desde entonces ya no hubo más tentativas serias de prohibir las corridas de toros . Los políticos optaron por una nueva actitud de "simple tolerancia" pero cobrando buenos impuestos y nunca aportando desde las arcas del Estado.
Como vemos nada nuevo a lo largo de la historia. Cualquier excusa ha sido buena para intentar prohibir por parte de los iluminados y salvadores de cada momento. Antes era la ética y la religión, la economía, o el tema laboral, o la llamada modernidad y ahora el animalismo mal entendido, cualquier tema ha sido recurrente para atacar la Fiesta, aunque a la larga la Tauromaquia o cultura del pueblo siempre ha salido a flote. Que siga así muchos años...
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