El jueves 23 de mayo de 1968, se anunció
en Barcelona un interesante cartel compuesto con seis toros de Pablo Romero para los matadores Dámaso Gómez, Limeño y Andrés Hernando.
El encierro resultó muy bueno. En sexto lugar salió el toro “Potrico”, hijo del semental Comilón y de la vaca Potrica.
El cornúpeta, de acardenada pinta y magnífica estampa zootécnica,
estaba marcado con el número 59 en los costillares y pesó 513 kilos en
la báscula. De pitón a pitón medía 64 cm y desde la cepa a la punta del
pitón, 53 cm. Potrico tomó un largo puyazo derribando
el caballo y otra vara recargando. Tras una lidia llena de entrega fue finalmente indultado a petición del público. Andrés Hernando fue el encargado de simular su muerte con una banderilla.
Eran las siete y treinta y tres minutos de la tarde.
Aparecen cuatro bueyes. Entran y salen. Potrico se resiste a entrar al
toril. Le franquean el paso por la puerta de cuadrillas. Inútil. A las
ocho de la noche pide permiso Dámaso Gómez para ausentarse. A las ocho y
cuarto anuncian los altavoces, que «el distinguido público abandone la
plaza», No hay manera de retirar al toro. Ni la danza de los capotes ni
el valor de Curro Caro citando con la gabardina consiguen nada. Sobre
las nueve de la noche. hermanado con los bueyes, entró él el primero al
toril.
Potrico permaneció en los corrales hasta el
25 de junio, fecha en la que fue embarcado para su ganadería.
Potrico murió en la primavera de 1977 después de siete años como semental.